Recientemente encontré un artículo en un diario de la industria de alimento para mascotas lamentando el debilitamiento de la popularidad de la semilla de soya en el alimento para mascotas. El autor la llamo un “alimento de calidad con muchas críticas”.1
Lo que alguna vez fue un componente principal en muchos alimentos para mascotas, hoy en día se encuentra en menos del 13 % de los alimentos para perro y en el 20 % de los alimentos para gatos. A diferencia del autor del artículo, a mí me parece una tendencia alentadora.
La soya es una bendición para los fabricantes de comida procesada para mascotas porque es económica y abundante. De hecho, de acuerdo con el artículo, el “…suministro constante se debe en parte a décadas de selección genética intensiva e incluso ingeniería genética para mejorar el cultivo de soya”.
Además, la soya es más alta en proteína que muchas otras plantas utilizadas en alimentos para mascotas, y aunque es un tipo de proteína biológicamente inapropiada para perros y gatos, los fabricantes de comida para mascotas la incluyen en sus porcentajes de proteína bruta en el análisis garantizado impreso en las etiquetas de la comida para mascotas.
Los problemas con las variedades de soya estadunidense
Los estrógenos de las plantas, también llamados fitoestrógenos, producen efectos biológicos en los humanos. En la proteína de soya, el más común de esos compuestos son las isoflavonas. La manera en la que la soya es procesada afecta el nivel de fitoestrógenos. La fermentación tradicional reduce drásticamente los niveles de isoflavonas, no obstante, el procesamiento no lo hace.
Las variedades de soya estadounidense son manipuladas para ser resistentes a las plagas (las semillas de soya tienen una de las concentraciones más altas de plagas que cualquier cultivo) lo que resulta en que contienen niveles más altos de isoflavonas que la soya cultivada en Japón o China.
Las semillas de soya crudas y maduras no solo contienen fitoestrógenos sino también fitatos que previenen la absorción mineral y sustancias que bloquean las enzimas necesarias para digerir proteína.
La soya también contiene otros anti-nutrientes, incluyendo:
- Antígenos en forma de proteínas desnaturalizadas que pueden crear reacciones alérgicas graves tanto en personas como en animales.
- Inhibidores de tripsina que obstaculizan la acción de enzimas proteolíticas en el tracto gastrointestinal reduciendo la digestibilidad de las proteínas.
- Oligosacáridos—azúcares indigeribles que causan flatulencias y diarrea.
- Ácido fítico, el cual puede interferir con el uso de vitaminas vitales como el calcio, magnesio, hierro y zinc.
En la alimentación tradicional de los orientales, la soya se fermenta por largos periodos (18 meses en promedio) usando moho, cultivos, u otras substancias que alteran radicalmente su bioquímica. Esta transformación a través de la fermentación disminuye el impacto de anti-nutrientes mientras que activa los aminoácidos en las semillas de la soya para su uso en el cuerpo.
En contraste con la soya fermentada, la soya industrialmente procesada empieza con harina de proteína de semilla de soya desgrasada en vez de la semilla completa.
La harina es producida en un proceso de trituración. Las semillas crudas son convertidas en hojuelas delgadas. Las hojuelas se mezclan con un disolvente hexano a base de petróleo para extraer el aceite de la soya.
Los residuos de las hojuelas son tostadas y molidas hasta convertirse en harina de soya o fécula de soya, las cuales terminan en alimento para animales. Posteriormente, el aceite de soya se limpia, blanquea, desgoma y desodoriza.
La salsa de soya “fermentada naturalmente” quiere decir que la harina de proteína de soya ha sido mezclada con esporas de moho y “añejada” a altas temperaturas por periodos de 3 a 6 meses. La salsa de soya regular, no-fermentada solo tarda dos días en producirse. La harina de soya se mezcla con ácido clorhídrico a altas temperaturas, bajo presión, y el resultado es proteína vegetal hidrolizada.
Se utilizan varios preservativos y aditivos para mejorar el color y sabor. Este método emplea el uso de la enzima glutaminasa que a su vez produce grandes cantidades del “g” (glutamato) en MSG.
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Soya en la comida para mascotas
Las semillas de soya y los productos relacionados con la semilla de soya pueden encontrarse en una variedad de fórmulas de alimento para mascotas, seca, semi-húmeda y húmeda, así como en fórmulas veterinarias y dietas recetadas. Dado que las proteínas vegetales con menos caras que las proteínas animales, los fabricantes de comida para mascotas las usan para incrementar los márgenes de rentabilidad.
Es posible que la etiqueta de ingredientes indique la presencia de soya, pues comúnmente se enlista como caldo de vegetales, proteína vegetal texturizada o TVP, y quizá otros sobrenombres. Los expertos en nutrición de mascotas concuerdan en que la soya no es nutritiva para gatos o perros. Es considerada una proteína incompleta de baja calidad conocida por crear alergias alimentarias y posiblemente otras cosas mucho peores en las mascotas.
De acuerdo con Sally Fallon and Mary G. Enig, PhD, autoras de Cinderella's Dark Side:
"La soya contiene grandes cantidades de toxinas naturales o ‘antinutrientes.’ En primer lugar, tenemos potentes inhibidores de enzimas que bloquean la acción de la tripsina y otras enzimas necesarias para la digestión.
Estos inhibidores son proteínas estrechamente plegadas que no son completamente desactivadas durante la cocción ordinaria. Pueden producir grave malestar gástrico, reducir la digestión de proteína y deficiencias crónicas en la absorción de aminoácidos.
En animales de laboratorio, las dietas altas en inhibidores de tripsina causan expansión y trastornos patológicos en el páncreas, incluyendo cáncer.
La soya también contiene hemaglutinina, una sustancia aglutinante que estimula el agrupamiento de los glóbulos rojos. Los inhibidores de tripsina y hemaglutinina son inhibidores de crecimiento.”
Los desastrosos efectos de la soya en otras especies
Hace aproximadamente 35 años, se emprendió la cría de guepardos nortemericanos en cautiverio para revertir una crisis de población en la especie. Pero en 1985, murieron 29 guepardos en zoológicos americanos, muchos de enfermedad hepática. Solo 18 nacieron, y 7 de ellos murieron antes de llegar a la adultez.
Tan solo 10 % de los guepardos hembras adultas que vivían en cautiverio en América del Norte produjeron crías vivas a mediado de los 80. Sin embargo, en otros países, del 60 al 70 % era la norma. ¿La diferencia? Los guepardos que vivían y se reproducían exitosamente en otras partes del mundo eran alimentadas con cadáveres de animales enteros. Los guepardos norteamericanos eran alimentados con una alimentación felina comercial de carne de caballo y soya.
Investigadores en Ohio estudiaron la comida con que estaban alimentando a los guepardos norteamericanos. Encontraron que la porción de soya de los alimentos contenía estrógenos de plantas similares a las hormonas que se encuentran en los mamíferos hembras.2
Se cambió la alimentación de cuatro guepardos en un zoológico de Estados Unidos por una a base de carne de pollo sin soya. Su función hepática mejoró, sin embargo, todavía no saben si los felinos podrían haber sido capaces de reproducirse exitosamente.
Los investigadores especularon que los guepardos probablemente eran más sensibles a los efectos de los estrógenos de las plantas debido a la endogamia (el resultado de una previa crisis de población). Sin embargo, la cantidad de soya en sus dietas era relativamente pequeña, lo que ayudo a los científicos a concluir que todos los felinos probablemente tienen dificultad para deshacerse del exceso de estrógenos en el cuerpo.
A principio de los 90, una pareja en Nueva Zelanda estaba criando loros y decidió alimentarlos con un nuevo “alimento milagroso”, pienso de soya. Los loros en estado silvestre no comen soya, pero la pareja asumió que estaban alimentando a las aves exóticas con la mejor comida disponible.
Tristemente, el experimento fue un desastre. Algunas de las aves se volvieron infértiles. Muchas murieron. Los machos jóvenes alcanzaron la pubertad años antes y envejecieron prematuramente.
La soya también está vinculada a problemas de salud en perros y gatos
Un estudio en 2004 de la Universidad de Pennsylvania observó la cantidad de fitoestrógenos en 24 alimentos comerciales para perro. Los resultados revelaron que todos los alimentos que contenían ingredientes de soya tenían concentraciones de fitoestrógenos en cantidades lo suficientemente grandes para causar un efecto biológico en la mascota.3
La soya ha sido vinculada a flatulencias e inflamación abdominal mortal en perros. Es alta en purinas, haciéndola una fuente de proteína completamente inapropiada para los perros que crean urato. También es alta en silicatos y promueve la formación de piedras de sílice.
La acción de los carbohidratos en la soya puede causar un aumento en el azúcar en la sangre de los gatos. La soya también está vinculada al daño de la tiroides, y ya que el hipertiroidismo es común en los gatitos, esta es otra razón por la que no debería ser parte de la dieta de un felino. El consumo de soya también está vinculada a convulsiones en perros y gatos.
Todo esto y más es la razón por la que recomiendo evitar alimentos para mascotas que contienen productos de soya. Los posibles riesgos asociados con una alimentación a base de soya son inadmisiblemente altos, especialmente al considerar que tu gato o perro carnívoro recibe una cantidad mucho más alta de nutrientes de fuentes de proteína animal.