Los perros de terapia proporcionan beneficios invaluables a las personas, su lugar de trabajo incluye entornos estresantes como cárceles, cortes judiciales y hospitales, en donde brindan apoyo a las personas que lo necesitan. Su trabajo consiste en sentarse para ser acariciados, cepillados o bien, actuar como apoyo para las personas que comparten sus sentimientos.
Los perros de terapia interactúan con pacientes con cáncer, ofrecen compañía a niños que van a testificar ante la corte o actúan como modelos para niños que necesitan distraerse durante un procedimiento médico complicado.
En cualquiera de los casos, se ha comprobado que los perros de terapia brindan apoyo emocional y beneficios físicos a las personas que tienen la suerte de convivir con ellos, por lo que se están volviendo cada vez más populares.
Tan solo en los Estados Unidos, hay más de 50 000 perros de terapia,1 que participan en una gran variedad de interacciones asistidas por animales (AAI por sus siglas en inglés). No cabe la menor duda de que las personas aman a los perros de terapia, pero ¿es un sentimiento mutuo? El bienestar de los perros de terapia se ha vuelto objeto de investigación, ya que los científicos han comenzado a preguntarse si los perros realmente disfrutan de su “trabajo”.
Estudio determina que los perros de terapia no se estresan con su trabajo
A pesar de la popularidad de los animales de terapia, se han realizado muy pocas investigaciones acerca de si los perros de terapia, que por lo general trabajan en entornos estresantes, sufren algún efecto negativo como resultado de su trabajo.
Los investigadores de American Humane, una organización que se se localiza en Washington D.C. y se encarga de salvaguardar el bienestar animal, se propusieron investigar al respecto y midieron los indicadores de estrés fisiológico y conductual en perros de terapia.2
El estudio involucró a 26 perros de terapia y a sus entrenadores, que trabajaban con más de 100 niños que acababan de ser diagnosticados con cáncer. Los equipos compuestos por el entrenador y el perro trabajaron con los niños y sus padres por cuatro meses, durante ese periodo se recolectó la saliva de los perros para medir sus niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Para el estudio, los niveles de cortisol en la saliva de los perros cuando estaban en casa se consideraron como control y también se grabó a los perros durante cada sesión para que los investigadores pudieran analizar su comportamiento.
Cuando se compararon los niveles de cortisol de los perros de terapia en casa y durante una sesión de AAI, la diferencia fue mínima. Además, cuando los investigadores analizaron el comportamiento de los 26 perros--algunas señales de estrés como temblores y otras más amigables como jugueteos--su comportamiento de estrés fue igual de común en comparación con otros comportamientos más amigables.
Los comportamientos más comunes mostrados durante las sesiones fueron los comportamientos orales como lamer y otros como mover la cola.
De acuerdo con el estudio publicado en Applied Animal Behaviour Science:3
“Los resultados demuestran que los perros de terapia no tienen un aumento significativo en las respuestas al estrés fisiológico, ni tampoco muestran un mayor nivel de comportamientos relacionados con el estrés en comparación con otros tipos de comportamientos mientras participan en terapias en entornos de oncología pediátrica.
Hay una relación muy estrecha entre los niveles de cortisol y el comportamiento de los perros, lo que respalda el argumento sobre el uso de cortisol para investigar el bienestar de estos animales”.
Un estudio realizado en 2013 encontró resultados similares al comparar los niveles de cortisol durante las sesiones de AAI y los días de descanso, los perros de terapia, y los perros en entrenamiento, no se estresaron al trabajar en AAIs.4
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Los perros de terapia podrían preferir algunas actividades
Un hallazgo interesante de esta investigación fue que los perros parecen tener preferencia por diferentes actividades. Por ejemplo, se observaron comportamientos más amigables cuando los niños hablaban o jugaban con el perro, en comparación con actividades como los niños cepillando el pelaje del perro o dibujándolo.
La investigadora principal del estudio, Amy McCullough, directora nacional de investigación y terapia en American Humane, dijo para National Geographic, “Está comprobado que algunas actividades son más divertidas para el perro… Esta información es muy útil para sus manipuladores, ya que de esta forma podrán basar la terapia en las actividades que más disfruta el perro”.5
También es importante recordar que no todos los perros son aptos para ser animales de terapia. Antes de considerar entrenar a tu perro para este trabajo, debes asegurarte de que sea un participante entusiasta, no solo uno que tolera hacer el trabajo por una recompensa. “Cuando visitan a un cliente, debe ser una interacción con beneficio mutuo, es muy importante que el perro ame su trabajo”, dijo McCullough.6
Bienestar animal para los perros de terapia
Pet Partners, el grupo más grande de perros de terapia sin fines de lucro, ha implementado una serie de directrices diseñadas para salvaguardar el bienestar de los perros de terapia cuando trabajan.
Esperan que el entrenador del perro tome decisiones anteponiendo el bienestar del animal por encima de todas las cosas. Recomiendan a los entrenadores satisfacer todas las necesidades físicas del perro (descansos para beber, hidratarse y hacer sus necesidades), así como estar al pendiente de su lenguaje corporal para poder detectar cualquier conducta emocional.
También señalan que “la capacidad de poder interpretar lo que un animal quiere decir es una característica de seguridad muy importante en las terapias con animales”.7 Además, durante las sesiones de AAI, Pet Partners recomienda a los manipuladores:8
Permitir a los perros hacer sus necesidades antes de cada visita |
Darle agua y supervisarlo constantemente para que no sufra un golpe de calor |
Instruir a los niños y adultos sobre cómo tocar e interactuar con el perro |
Comenzar con visitas muy cortas e ir aumentando la duración poco a poco |
Mantener visitas de un máximo de dos horas al día |
Detener la sesión en caso de que el perro se estrese |
Supervisar el lenguaje corporal del perro y darle un descanso siempre que sea necesario, incluyendo la oportunidad de hacer sus necesidades al menos una vez cada hora |
Mantener al perro a una distancia segura de otros animales |
Es muy fácil darse cuenta cuando un perro disfruta las terapias, porque se emociona y mueve su cola cuando es hora de una sesión. Pero depende del entrenador asegurarse de que las sesiones sean positivas (es posible que durante las sesiones los perros sean molestados y maltratados) y sacar al animal de ese entorno en caso de que muestre conductas como miedo, ansiedad o estrés.
Sin embargo, siempre y cuando se realice la sesión y el entrenamiento adecuados, los estudios (aunque limitados) han demostrado que los perros de terapia disfrutan de su trabajo tanto como sus clientes.
Además, se han demostrado los beneficios reales que reciben los humanos de estas interacciones especiales. Por ejemplo, durante el estudio en cuestión, los sentimientos de ansiedad y preocupación relacionados con la enfermedad entre los niños que recibieron la visita de perros de terapia se mantuvieron estables, mientras que en el grupo de control continuaron en aumento.
Los padres también reportaron mejoras significativas en el desempeño escolar entre los niños que participaron en AAIs.9 Este es otro ejemplo del poder que tiene el vínculo entre humanos y perros y cómo nuestros amigos caninos nos benefician en formas que parecen ilimitadas.