Las mascotas son buenas para la salud de muchas maneras, incluyendo mejorar la función inmunológica. Pistas de que los perros pueden influir en el sistema inmunológico surgió cuando se encontraron relaciones con las alergias, el asma y el eccema, que son causadas por la hiperactividad del sistema inmunológico. Aunque alguna vez se creyó que exponerse a los perros (o gatos) al nacer podría aumentar el riesgo de desarrollar una alergia, ahora se cree que puede disminuirlo.
Exponerse a un perro durante el embarazo se relaciona con un menor riesgo de eccema en los bebés a los 2 años, mientras que las proteínas alérgicas y otros "elementos", como las bacterias, pueden tener un efecto protector sobre el asma.
Exponerse a diversas bacterias y otros microbios puede beneficiar a los bebés, ya que esto prepara su sistema inmunológico para funcionar de mejor manera. Incluso los perros son considerados el “nuevo probiótico” porque exponen a las personas a una amplia gama de microbios.
Una mayor exposición a microbios puede ser beneficiosa
Las mascotas alteran la ecología de las bacterias que se encuentran dentro de casa. De hecho, un estudio encontró que tener un perro aumentaba la exposición a 56 especies bacterianas mientras que tener un gato aumentaba la exposición a 24.
Esto puede ser bueno, ya que una investigación encontró que los niños menonitas que se criaron rodeados de animales de granja no tenían asma, en comparación con los niños huteritas que se criaron lejos de los animales y en los que el asma se desarrolló en 6 de 30.
También se encontraron diferencias claras en su respuesta inmune innata, ya que los niños menonitas que se criaron rodeados de animales tenían una gran proporción de neutrófilos, que son glóbulos blancos que ayudan a curar infecciones y tejidos dañados. “Los neutrófilos de estos niños surgieron de su médula ósea, lo que demuestra una reacción continua de bajo grado a los invasores microbianos”, informó The New York Times.
Los neutrófilos eran mucho menos abundantes entre los niños huteritas que tenían asma. En cambio, tenían una mayor cantidad de eosinófilos, que son células inmunes que provocan reacciones alérgicas. "Era como si estuvieran preparados para un ataque de asma tan pronto como respiraran", según The Times. Aunque no todos podemos vivir en una granja, algunos expertos consideran que la mejor opción es tener una mascota.
Las mascotas pueden influir en tus bacterias intestinales
Muchos factores ambientales influyen en la composición de los microorganismos en tu intestino, que a su vez afectan tu salud general y función inmunológica. Entre dichos factores se encuentran las mascotas y desde la década de 1980 se sabe que las personas comparten bacterias intestinales con sus mascotas.
Además, los bebés que se exponen a las mascotas de manera temprana tienen una mayor diversidad en su microbioma intestinal, incluyendo una mayor abundancia de Ruminococcus y Oscillospira, que están relacionados con un menor riesgo de atopia y obesidad infantil.
Un estudio de 2020 que comparó los microbiomas intestinales de los dueños de mascotas con los que no tenían mascotas encontró diferencias significativas en las unidades taxonómicas operativas (OTU, por sus siglas en inglés), que se utilizan para clasificar grupos de bacterias relacionadas.
De acuerdo con los investigadores, siete OTU fueron más abundantes en aquellas personas que no tenían mascotas, mientras que otras cuatro fueron mayores entre las personas que tenían una mascota. Se desconocen los efectos que esto pueda tener en la salud, pero Jack Gilbert de la Universidad de Chicago le explicó a The New York Times: “Exponerse a bacterias animales puede provocar que las bacterias intestinales cambien la manera en la que metabolizan los neurotransmisores que tienen un impacto en el estado de ánimo y otras funciones mentales”.
La relación entre los microbios intestinales y el estado de ánimo en los seres humanos es bien conocida, e investigadores como Netzin Steklis de la Universidad de Arizona han sugerido que las interacciones con los perros, que generan cambios en los microbios intestinales, pueden ser responsables de algunos de los cambios en el estado de ánimo que se observan cuando pasamos tiempo con los perros.
Steklis y su colega Dieter Steklis comenzaron un estudio para determinar si la convivencia entre adultos mayores y perros mejoraría los microbios intestinales que se traducen en una mejor salud.
“Siempre me ha sorprendido cuántas enfermedades y trastornos están relacionados con procesos inflamatorios que se relacionan con el sistema inmunológico”, dijo Dieter al Tucson Sentinel. “Si tener un perro mejora el sistema inmunológico, entonces las personas mayores que tienen un perro pueden tener una menor probabilidad de sufrir depresión”.
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Las mascotas reducen los niveles de estrés
Otra manera en la que las mascotas influyen en los marcadores inmunológicos es a través de calmar el estrés, ya que el estrés crónico daña la función inmunológica. Algunos de sus beneficios para la salud inmunológica incluyen desde reducir la presión arterial, el estrés mental hasta aumentar los niveles de oxitocina, por medio de mantener el estrés a raya.
“Es bien sabido que el estrés psicológico daña nuestra función inmunológica, lo que compromete nuestra capacidad para combatir las infecciones mientras aumenta la inflamación”, escribió el Dr. Austin Perlmutter en Psychology Today. “Las mascotas pueden ayudar a evitar este efecto al reducir el estrés mediante el compañerismo y facilitar la conexión social con los demás”.
Los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana descubrieron que incluso cinco minutos de interacción con un perro de terapia podría ayudar a disminuir los niveles de estrés en los médicos y enfermeras que trabajan en la sala de urgencias. Por lo tanto, interactuar con tu mascota en casa podría hacer lo mismo.
Las formas en las que las mascotas afectan la función inmunológica son complejas y variadas: desde reducir el estrés hasta mejorar la salud del microbioma intestinal y preparar el sistema inmunológico contra el asma y las alergias. Sin embargo, los investigadores continúan demostrando la importancia de la interacción entre los humanos y sus mascotas.