En Estados Unidos, las escamas coloridas e impresionantes aletas de los peces betta son los rasgos que los hacen populares. Es muy probable que los hayas visto en tiendas de mascotas o incluso en supermercados, al interior de tazas o tazones muy pequeños y sin compañía. En realidad, los peces betta son mucho más que una apariencia llamativa y requieren muchos más cuidados y estimulación de lo que puede ofrecer una pecera que no contiene nada más que agua.
Existen 73 especies que son nativas del Sudeste Asiático. También se les denomina peces luchadores siameses y pueden ser tan agresivos que, si pones a dos machos en la misma pecera, es muy probable que inicien una pelea que podría concluir hasta que uno de los dos pierda la vida. Estos peces son agresivos y llamativos gracias a la domesticación, ya que comenzaron a criarse para la lucha desde el siglo XIV d.C., en Tailandia.
Los peces betta salvajes tienen aletas más cortas y colores más apagados que los domésticos y se cree que los fines de combate de su crianza cambiaron a fines ornamentales a principios del siglo XX. Hace poco, diversos investigadores realizaron análisis genómicos que revelaron que los genes de los peces betta sufrieron algunos cambios debido a que se domesticaron hace más de 1000 años.
El autor principal del estudio, Young Mi Kwon, de la Universidad de Columbia, explicó lo siguiente para The New York Times: “este pasado histórico les dio forma a los peces betta ornamentales que vemos hoy en día: un pez que goza de una gran belleza y temperamento. Nos sorprendió cuánto tiempo han sido parte de la historia humana: se han domesticado durante 1000 años como mínimo, por lo que su domesticación es de las más antiguas que se conocen cuando se trata de peces".
Datos asombrosos acerca de los peces betta
Uno de los más grandes mitos sobre los peces betta es que deben vivir solos. A diferencia de las hembras, quienes pueden vivir juntas en armonía, no se deben poner dos machos en la misma pecera, por lo que es necesario que cohabiten con peces de otras especies. ¿Cómo se distinguen los machos y las hembras? Los machos suelen ser más grandes y cuentan con aletas más vistosas y coloridas que las hembras.
Hacen burbujas para construir nidos, las cuales se perciben sobre la superficie del agua. Después, llevan los huevos de la hembra a estos nidos, y se aseguran de mantenerlos protegidos al interior de las burbujas que contienen oxígeno en altas cantidades. Esto es fundamental debido a que los peces betta salvajes suelen vivir en entornos de poca profundidad y oxígeno. Los machos protegen los huevos hasta que eclosionan y pueden construir nidos de burbujas incluso cuando no están en presencia de una hembra.
En caso de que te preguntes cómo pueden sobrevivir con poco oxígeno cuando llegan a la adultez, la razón es que poseen un órgano que se conoce como laberinto, el cual les permite respirar el aire de la superficie. De igual forma, son una especie muy resistente en la naturaleza, ya que logran sobrevivir al saltar de un charco a otro cuando alguno se seca debido al cambio de estaciones.
Esto no significa que no requieran cuidados especializados. Ya que son peces tropicales, necesitan agua purificada y tibia que se filtre de manera periódica, así como un espacio amplio que les permita nadar y explorar cuanto deseen. Muchos especialistas en peces recomiendan un tanque de al menos 10 galones (cerca de 38 litros) para mantener peces como mascotas; sin embargo, afirman que un solo pez betta puede vivir en uno de cinco galones (alrededor de 19 litros), aunque siempre será mucho mejor que cuente con un espacio más grande.
Son carnívoros, así que comen insectos y larvas de los mismos, pero, por desgracia, es común verlos en jarrones y notar que se alimentan de las raíces de las plantas como si fueran simples decoraciones. No pueden sobrevivir si lo único que comen son raíces de plantas, así que mantenerlos en un hábitat como este les causará un gran sufrimiento y una muerte lenta por inanición.
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Los peces betta requieren enriquecimiento ambiental
Los peces betta pueden aprender a reconocer a sus dueños y hacer algunos trucos, tales como seguir el movimiento de un dedo alrededor de la pecera, nadar a través de aros o empujar una pelota hacia una portería. Asimismo, es necesario que se lleve a cabo el enriquecimiento ambiental de su entorno para evitar que se aburran, se depriman o sientan estrés. Corren el riesgo de estresarse cuando cohabitan con otras especies que no son compatibles con ellos, o incluso si los ven en una pecera que se encuentre cerca.
Otra cosa que les genera estrés es permanecer en un hábitat que no cuente con elementos que les permitan esconderse, ya que esto les da cierta sensación de control sobre su entorno. En un artículo de algunos investigadores de la Universidad de Gante en Bélgica se señala lo siguiente:
"En Tailandia, el hábitat natural del pez betta consiste en estanques de poca profundidad que cuentan con una vegetación densa que los protege de los depredadores como las aves. Es posible que los peces betta domésticos sientan la misma necesidad que los que viven en cautiverio de ocultarse en la vegetación para escapar de estímulos que consideren como una amenaza, tales como cualquier movimiento alrededor del acuario".
Se cree que estos peces, al igual que todos los demás, pueden experimentan dolor y poseen habilidades cognitivas que son "iguales o superiores a las de otros vertebrados", lo cual les permite contar con el "mismo nivel de protección que cualquier otro animal de dicha clase". Si eliges un pez betta o cualquier otro como mascota, debes asegurarte de saber qué condiciones debe tener su hábitat y cuáles son sus alimentos favoritos (los bettas disfrutan comer gusanos de sangre vivos o liofilizados, camarones e insectos como grillos, moscas y saltamontes).
Lo más apropiado para los peces betta es utilizar un filtro de bajo caudal, ya que no les gusta que la corriente de agua sea muy intensa; además, es necesario elegir con cuidado quiénes pueden vivir con ellos. Corren el riesgo de que otros ataquen sus aletas, ya que son largas y se mantienen en movimiento, además de que son una zona sensible para todos los peces. Un ataque de este estilo puede afectar el bienestar de tu pez betta y generarle más estrés. En caso de que notes alguna lesión, enfermedad o algo "raro" en tu mascota, es imperativo que la lleves al veterinario.
De igual forma, debes tener presente que la esperanza de vida de los peces betta es de tres años o más. Aunque es posible adquirirlos por un módico precio de dos dólares, no deben considerarse como una mascota "fácil" o "desechable". Además, los bettas que se han domesticado cuentan con una genética distinta a la de los salvajes, así no deben liberarse en la naturaleza.
A pesar de ello, algunos han llegado a la naturaleza y han crecido con los salvajes, lo que ha dado lugar a los "domésticos-salvajes" que podrían tomar el control de las poblaciones silvestres. Muchas especies de estos peces en estado salvaje ya están en peligro de extinción debido al deterioro de su hábitat, así que liberar peces betta domésticos solo generará más tensión entre las especies salvajes.