Si tu hijo ya empezó a mostrar interés en tener una mascota, lógicamente hay mucho que considerar, sobre todo el tipo de animal de compañía que será mejor para tu pequeño y para el estilo de vida de tu familia. Muchos padres sienten que los perros necesitan demasiados cuidados como para ser la primera mascota para los pequeños, así que deciden adoptar un gatito o un gato adulto, pensando que será mucho más fácil de cuidar.
Sin embargo, el error que muchos comenten, es pensar que los gatos son en esencia perros más pequeños y con menos necesidades. La realidad es que mientras que los gatitos son peludos y caminan con cuatro patas como los perros, son prácticamente diferentes en todos los demás sentidos.
Por ejemplo, la mayoría de los perros, especialmente los cachorros, tienden a ser ruidosos, juguetones e impulsivos — tal como los niños pequeños. Por otro lado, los gatos — y con esto hablo de la mayoría de los gatitos — no les gustan los tipos de interacciones que los perros y los niños disfrutan. Sonidos fuertes, movimientos repentinos y vivir en una casa “ruidosa”, definitivamente no les llama la atención.
Si tu pequeño no comprende cómo interactuar adecuadamente con su gato, desgraciadamente es probable que el gatito lo evite, lo cual por lógica ocasiona que no se cumpla el propósito de tener una mascota.
Lo principal de tener gatitos como compañeros es que necesitan que los cuiden con sus propias reglas — no las de tu hijo. Los niños que aprenden este secreto disfrutan de los beneficios mutuos de tener una relación de por vida con su gato.
1. Supervisa cada una de las interacciones que tienen tu hijo y su gato Hasta que tu hijo sea experto en saber cuándo y cómo tratar a su gato, debes estar presente en cualquier momento que ellos estén juntos. Los niños tienden a portarse impulsivamente o reaccionar fuerte cuando se frustran, y es ahí cuando el gatito puede ser objeto de maltrato.
Al observar directamente cuando tu hijo interactúa con su gato, puedes premiarlo cuando lo trate amablemente y con respeto, y también llamarle la atención para que cambie su comportamiento cuando sea necesario.
2. Aprende el lenguaje corporal felino. Tu hijo necesita aprender a leer el lenguaje corporal felino para conocer cuando su gatito está feliz y contento, y cuando es mejor dejarlo solo. Por ejemplo, un gato relajado que disfruta de la atención que recibe frotará su cuerpo en la mano o ropa de tu hijo, o se recargará en él.
Otros signos positivos son levantar la cola y maullar. Pero si el gatito mueve la cola de atrás para adelante, la esponja, la pone a nivel del piso, o la mete entre las patas, es señal de que está enojado o ansioso. Es probable que agache las orejas y las haga hacia atrás, gruña o saque las garras.
3. Acarícialo de la manera correcta. Hay una manera correcta y una incorrecta de acariciar a un gato. La manera correcta es hacerlo suavemente y con la mano abierta. La manera incorrecta es hacerlo picándolo, jalándolo o agarrándolo. Si tu hijo es muy pequeño, deberás guiar su mano cuando acaricie a su gatito.
He descubierto que para la mayoría de los gatitos la manera menos estresante es enseñar a los niños pequeños a acariciarlos con un dedo, enfocándonos bien cada que acercamos el dedo y acariciamos al gatito. También enseña a tu hijo a tocar solamente la espalda del gato, los hombros, cuello y la parte superior de la cabeza — las pesuñas, cola y panza quedan completamente prohibidas.
4. Acarícialo de la manera correcta. Los niños tienden a hacer movimientos repentinos e impredecibles, y los gatos no reaccionan amablemente a las sorpresas. Es por ello que es muy importante enseñar a tu hijo la manera correcta de agarrar su gato. Una manera eficiente de lograr que un gato te muerda o te rasguñe es agarrarlo y amarrarlo repentinamente.
Esto también provoca que el gato salga corriendo cada vez que vea que tu hijo se acerca. Ayúdalo a entender que debe permitirle hacer las cosas a su manera, a su tiempo, forzarlo no lograra nada bueno, sino un resultado contraproducente.
Haz que tu hijo se siente e invite a su gato a acurrucarse en él, lo cual podría requerir el uso de algún tipo de carnada como un premio o un juguete. Si el gato finalmente se acomoda en el regazo de tu hijo, asegúrate que lo acaricie suavemente y con la mano abierta. En cuanto el gato esté listo para irse, tu hijo debe dejar que se vaya (todo el tiempo, no solo esta vez).
5. Levanta a tu gatito de la manera correcta. Cuando tu hijo está listo para el siguiente paso — debe aprender a levantarlo, deberá colocar una mano debajo de su pecho y otra apoyando sus patas traseras para equilibrar el peso del gato al levantarlo. Luego deberá sostenerlo suavemente y apoyarse con su pecho para hacer que el gatito se sienta más seguro.
En cuanto el gato quiera bajarse — empezará a empujar, mirar el suelo, mover sus orejas hacia atrás o enrollar la cola — tu hijo deberá bajarlo lentamente al piso o colocarlo en otra superficie que sea estable.
6. Juega como un gato. Los juegos de niños son mucho más ruidosos y movidos de lo que un gato promedio puede tolerar, así que si tu pequeño quiere jugar con su gatito, necesita aprender a jugar bajo los términos del gato. Sin gritar, brincar o correr, todas esas acciones solamente lo espantan.
Haz que tu hijo interactúe con su gatito en su “etapa tranquila”, es decir cuando aprende a quedarse quieto, a hacer uso de su “voz interior” y a ser paciente. Pasar tiempo juntos tranquilamente hará que crezca su confianza hacia tu hijo. Enséñalo a utilizar un juguete cada que juegue con su gatito para que este no se forme la idea de que rasguñar y morder manos humanas está bien.
7. No molestes a un gato mientras está escondido. Los gatos tienen sus propios motivos para esconderse, ya sea bajo de la cama, detrás del refrigerador o en una repisa alta. Por ejemplo, molestar a un gato sacándolo de la cama y quitándolo del lugar que estableció podría ocasionar que te muerda o te rasguñe.
Tu hijo debe entender que hay que dejarlos solos para que salgan por su cuenta de sus escondites, ya sea atraerlos con premios, comida o juguetes.
8. Dale tiempo de privacidad a tu gato. Para ayudar a que tu niño entienda que los gatos son criaturas independientes que disfrutan pasar tiempo a solas, de ser posible, has que te ayude escogiendo escondites para tu gatito. Enseña a tu hijo que hay que dejar al gato solo cuando esté en su zona privada.
9. Los gatos no son perros, ni humanos. Es muy importante que tu hijo entienda que la naturaleza de los gatos es muy diferente a la de otras especies. También es importante que los juguetes para mascotas no sean desechables y se puedan tirar.
Cuando los niños aprenden por qué los animales que dejan a su cuidado hacen lo que hacen, y necesitan lo que necesitan, su entendimiento y compasión crecen y deciden ser el mejor cuidador y padre de mascota posible.