Existen más de 94 millones de gatos domésticos en los Estado Unidos,1 y la mayoría se acurruca junto a sus dueños en la cama cuando llega la noche. Las encuestas indican que el 62 % de los gatos duermen con sus dueños adultos, mientras que otro 13 % duerme con niños en el hogar.2 Los beneficios inmediatos de dormir con un gato son evidentes, pues son animales suaves, calientitos y acogedores.
Pueden ronronear y su respiración rítmica puede arrullarte hasta que te duermas. Además, son una fuente de compañía que puede ser relajante durante la madrugada. Sin embargo, no cabe duda que los gatos son seres nocturnos, lo que discrepa con el deseo de dormir por la noche que tenemos la mayoría de los seres humanos.
Los gatos pueden decidir que a la 1 a.m. es el momento perfecto para jugar con tus pies, o bien, pueden indicarte, de manera estrepitosa y persistente, que quieren su desayuno temprano. La decisión de compartir tu cama con tu gato es enteramente personal, no obstante, si estás indeciso, estas son algunas de las principales cuestiones que debes considerar.
Según una investigación dormir con tu gato podría ayudarte a dormir
Dependiendo de la personalidad de tu gato, es muy probable que pueda interrumpir tu sueño de forma regular. Sin embargo, esto no suele ser así.
Algunos investigadores encuestaron a 150 pacientes del Centro de Medicina del Sueño, en la Clínica Mayo en Arizona y el 56 % de ellos dijeron que permitían que sus mascotas (en su mayoría perros o gatos) durmieran en su habitación, asimismo, otro 20 % declaró que sus mascotas perturbaban su sueño, y el 41 % los describieron como cómodos o beneficiosos para dormir.3
En un artículo para la revista Human Nature, los investigadores afirmaron que la práctica humana de dormir con animales es un tema que no está del todo claro, sin embargo, se debe ver como una forma de dormir "legítima y socialmente relevante", similar a pernoctar con un niño.
"Recomendamos que el dormir acompañado sea abordado de manera amplia como una práctica social que involucra relaciones con humanos y otros animales", explicaron los expertos, y agregaron que esta práctica del sueño entre humanos y animales debe adherirse a nuestro entendimiento del sueño humano.4 En pocas palabras, es muy probable que no seas el único en tu vecindario que se acurruca con su minino durante la noche, y no tiene nada de malo.
Se sabe que acariciar animales alivia el estrés y aumenta la producción de oxitocina, la hormona del amor. De hecho, quienes tienen gatos tienen un menor riesgo de morir por un ataque cardíaco y enfermedades cardiovasculares, como un derrame cerebral,5 por lo que quizás, pasar el mayor tiempo posible con tu felino solo beneficiará tu salud.
Los riesgos de dormir con tu minino
El riesgo más latente de llamar a tu gatito para que se quede en tu cama, es que podría terminar siendo un compañero inquieto que maúlle en tu oído o ponga sus patas en tu brazo o cara cuando te dispones a caer en los brazos de Morfeo.
Lo cierto es que en el momento en el que tu gatito piense en tu cama como la suya, puede ser difícil bajarlo y, en caso de que tenga dudas, deberás esperar semanas o meses de una lenta transición fuera de tu habitación.
Para las personas con alergias, es probable que los gatos no sean los mejores compañeros para dormir, ya que el epitelio de este felino impregnará no solo tu habitación, sino también tus sábanas.
Los niños muy pequeños, lo cual incluye a los bebés, también deben evitar dormir con cualquier animal cómodo y calientito, ya que a menudo les gusta acurrucarse y sin darse cuenta podrían asfixiar a un bebé. Asimismo, si un gato se asusta, podría salir disparado de la cama y arañar al pequeño.
El otro aspecto a considerar es que la mayoría de las mascotas, como los gatos, pueden transmitir ciertas enfermedades a sus dueños. En el caso de los gatos, el riesgo general de enfermedades zoonóticas es bajo, no obstante, este riesgo puede aumentar por el contacto cercano al compartir la cama. Por ejemplo:6
• Se han reportado casos de peste bubónica (que se propaga por pulgas) después de que algunos gatos durmieron junto a sus dueños.
• La enfermedad de Chagas — también conocida como tripanosomiasis americana, una infección potencialmente mortal que puede tener efectos de por vida si no se trata, es causada por un parásito protozoario que suele encontrarse en México, Centroamérica y la mayor parte de Sudamérica.
Una investigación ha encontrado que los perros y gatos infectados con la enfermedad de Chagas aumentan el riesgo de transmisión a sus dueños, y las tasas de infección fueron significativamente más altas cuando los perros infectados compartían con sus humanos las áreas destinadas para dormir (y es posible que esto también pueda pasar con los gatos).
• Enfermedad por arañazo de gato (EAG) — La bartonelosis, también conocida como enfermedad por arañazo de gato (EAG) o fiebre por arañazo de gato, es una enfermedad global emergente que es más común en estos felinos por la bacteria Bartonella henselae. Las bacterias infecciosas se transmiten por la saliva y las heces de las pulgas infectadas, así como de otros parásitos externos.
Las pulgas transmiten las bacterias a los gatos por sus heces. Dichos desechos se quedan en la piel del gato y este las traga cuando se acicala.
Los gatos que adquieren bartonelosis pueden convertirse en portadores. En vista de que la enfermedad es zoonótica, lo cual significa que puede transmitirse de animales a humanos y viceversa, los gatos pueden transmitir la bacteria Bartonella a las personas a través de rasguños y mordeduras, y quizás también la puedan transmitir al lamer o dormir junto a su dueño.
• Capnocytophaga canimorsus — La capnocytophaga (pronunciada cap-no-si-to-faga) canimorsus es un tipo de bacteria presente en la saliva de perros y gatos. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, hasta el 74 % de los perros y el 57 % de los mininos tienen capnocytophaga en la boca.7
La capnocytophaga canimorsus puede causar una infección grave cuando se transmite a un humano. Aunque estas infecciones son sumamente inusuales, los CDC informan que el origen de las infecciones por capnocytophaga canimorsus se ha vinculado al dormir con un perro o un gato.
Las infecciones por estafilococos (lo que incluye al SARM) y las infecciones parasitarias son otro tipo de infecciones que pueden transmitirse a los seres humanos tras compartir la cama con un gato. Si bien los CDC afirman que "las infecciones zoonóticas que se adquieren tras dormir junto a una mascota son poco comunes",8 recomiendan que las personas con mayor riesgo, como los niños pequeños y las personas con sistemas inmunológicos debilitados, eviten compartir su cama con sus mascotas.
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Cómo no ser perturbado cuando duermes con tu gato
Si tienes un buen estado de salud y tu gato no tiene parásitos ni enfermedades transmisibles, existen pocas razones para echarlo de tu habitación si disfrutas de su compañía por la noche. Ahora bien, debes establecer algunas reglas básicas desde un principio para mantener todo en armonía. Por ejemplo, no te dejes llevar por sus demandas para jugar o comer a horas imprudentes.
Si lo haces, es muy probable que a la siguiente noche te lo vuelva a exigir. Jugar con tu gatito por un largo rato durante el día, e incluso tener un lapso de tiempo para jugar estrepitosamente justo antes de ir a la cama, puede ayudarlo a mantener la calma mientras intentas dormir.
Además, todas las mañanas debes darle su desayuno a la misma hora, la cual compagine con tu horario habitual (resiste la tentación de ceder y darle de comer en la madrugada).
Si ya has compartido cama con tu minino y descubriste que no es un buen compañero para dormir, deberás mantenerlo fuera de tu habitación por completo. A diferencia de los perros, que pueden aprender a dormir en el piso de un cuarto, es poco probable que los gatos se bajen de cualquier cama una vez que se les haya permitido entrar a una habitación.
Por desgracia, esto no puede solucionarse con el simple acto de cerrar la puerta, pues es probable que tu minino arme un escándalo justo afuera de tu habitación, en el que llorará o rasguñará la puerta y el piso hasta que lo dejes entrar.
Puedes colocar fuera de tu puerta algunos objetos que tu gato encuentre molestos con el fin de mantenerlo alejado (como papel de aluminio o globos inflados), sin embargo, una mejor opción es atraerlo a otra área de tu hogar con juguetes nuevos y atractivos (como los dispensadores de premios), sábanas suaves y quizás una torre donde pueda obtener una vista nocturna de tu patio trasero.
Mientras más atractivo sea la alternativa a tu dormitorio, mayores serán las probabilidades de que tu gato renuncié a su afán por custodiar la puerta de tu aposento y opte por su nuevo espacio nocturno. La consistencia también es fundamental, no permitas que tu gato regrese a tu cama, ni siquiera por “una sola noche”, a menos que estés planeando convertirlo en un residente permanente de tu cama.