Inglaterra anunció sus planes para prohibir el uso de collares de descarga eléctrica para perros, con lo que se suma a Escocia, quien prohibió dichos collares en 2018. En ese momento, la Secretaria de Medio Ambiente de Escocia, Roseanna Cunningham, declaró: "Causar dolor a los perros con métodos de entrenamiento inapropiados sin duda es inaceptable y me gustaría que quede muy claro que no se tolerarán los métodos de entrenamiento doloroso o desagradable para los perros".
En Inglaterra, la prohibición es seguida por un período de opiniones del público, que generó más de 7000 respuestas, muchas de las cuales expresaron su preocupación por el uso incorrecto de estos dispositivos y la falta de capacitación adecuada.
Si bien se prohíbe el uso de collares electrónicos de entrenamiento controlado a distancia (e-collars), que tienen un dispositivo remoto que le permite al propietario activar una descarga eléctrica (o en algunos casos atomizar un olor nocivo), la prohibición no abarca los sistemas de vallas invisibles que utilizan tales collares.
"Somos una nación de amantes de los animales y el uso de collares punitivos de descarga eléctrica les causan daño y sufrimiento a nuestras mascotas", declaró el Secretario de Estado Michael Gove. "Esta prohibición mejorará el bienestar de los animales y exhortó a los dueños de mascotas a que, en cambio, utilicen métodos de entrenamiento de refuerzo positivo".
En cuanto a por qué la prohibición no se extiende a las vallas eléctricas, el gobierno de Inglaterra declaró que por lo general las mascotas aprenden con rapidez a permanecer dentro de los límites antes de recibir un pulso estático. Además, alrededor de la mitad de las personas que respondieron al período de comentarios públicos expresaron que no querían que se prohibieran las cercas eléctricas.
¿Cómo funcionan los collares de descarga eléctrica y por qué se prohíben?
Los collares de descarga usan una corriente eléctrica que pasa a través de los puntos metálicos de contacto con el fin de transmitir señales eléctricas al perro, que pueden ir desde una vibración leve hasta una dolorosa dependiendo de la fuerza de la descarga. Los collares de descarga se venden sin receta médica como dispositivos de entrenamiento para evitar ladridos y corregir otros comportamientos indeseados. Como lo señaló la Sociedad Humanitaria de los Estados Unidos (HSUS, por sus siglas en inglés):
“El uso menos humano y más controvertido del collar de descarga es como un dispositivo de entrenamiento. El entrenador puede administrarle una descarga a un perro a distancia a través de un control remoto.
Hay mayor posibilidad de abuso (administración de descargas como castigo) o mal uso (falta de sincronización con el momento). El perro también podría asociar la descarga dolorosa con personas u otras experiencias, lo que conduce a un comportamiento de miedo o agresividad".
Los defensores de los collares de descarga y los entrenadores que emplean el castigo argumentan que dichos collares son esenciales para rehabilitar a los perros con problemas de conducta que se dirigen a las perreras o a la eutanasia. El problema es que no se venden "solo con receta" (lo que significa que el usuario no necesita tener alguna capacitación y competencia para operar el dispositivo de forma adecuada).
Lo entiendo como veterinaria. Si me encuentro desesperada por salvar la vida de un animal, también considero el uso de medicamentos que podrían ser tóxicos y peligrosos, con importantes efectos secundarios. Si ya he agotado todas las alternativas seguras y mi paciente está colapsando, hablo con mis clientes sobre el uso de opciones menos amables que podrían tener efectos secundarios desfavorables a largo plazo.
La diferencia entre ambos escenarios es que estos medicamentos de alto riesgo solo se pueden emplear bajo la supervisión de un profesional capacitado. Cualquiera puede usar un dispositivo de entrenamiento de alto riesgo, ya que los collares electrónicos se venden sin receta y las consecuencias pueden ser catastróficas.
Para que quede claro, hay varios tipos de collares electrónicos, incluidos los "collares de control" que emiten sonidos/pitidos en lugar de pulsos eléctricos que podrían ser dolorosos (es decir, "descargas"). Cuando se usan correctamente, estos collares ayudan a enseñarle a los perros a diferenciar qué sí y qué no, y son una alternativa indolora para entrenarlos de forma remota in situ.
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El uso de collares que provocan dolor plantea graves riesgos
La Sociedad Europea de Etología Clínica Veterinaria (ESVCE, por sus siglas en inglés) se encuentra entre los grupos de expertos que se han manifestado en contra del uso de collares que provocan dolor, y destacan los siguientes problemas:
- La intensidad de la descarga del collar no está completamente bajo control y es fácil administrar un nivel de dolor inaceptable; los factores que influyen en dicha intensidad incluyen la duración de la descarga, el nivel de humedad cutánea, la cantidad de grasa que tiene el perro e incluso la longitud de su pelaje.
- El uso de una intensidad de descarga demasiado elevada puede inducir miedo intenso, dolor, agresividad, fobias o estrés severo lo que dificulta que un animal aprenda de las descargas.
- Es posible que un nivel de descarga más bajo no tenga el resultado deseado, ya que el animal podría verse obligado a acostumbrarse al dolor.
- El perro puede aprender a asociar otros factores con las descargas, incluyendo al entrenador.
- Se requiere de una sincronización perfecta entre el comportamiento indeseado y el impacto, y si la sincronización no es exacta, es probable que conduzca a un comportamiento temeroso o agresivo; muchas personas que usan los collares de descarga no cuentan con la capacitación y tienen un alto riesgo de generar resultados negativos.
Los collares de descarga también conllevan un alto riesgo de abuso, sobre todo si el propietario los usa cuando está de mal humor (por lo tanto, opino que dichos dispositivos solo se deben usar en manos de profesionales capacitados y no estar disponibles para ser adquiridos sin prescripción). También se han comprobado riesgos para los perros por el uso de estos dispositivos, los cuales incluyen:
- Aumento del cortisol salival, indicio de una respuesta al estrés
- Incremento de la frecuencia cardíaca
- Sensación de quemadura, quemaduras físicas y daños en la piel
- Comportamientos relacionados con el estrés, incluidos la angustia, gritos, lengüetazos, disminución de la posición de la cola e inhibición
Curiosamente, también tengo un poco de experiencia personal al respecto. El año pasado participé en un Facebook Live en el que hablamos sobre diferentes tipos de collares y cuál es su mejor uso, incluidos los collares electrónicos. Mi declaración durante el evento fue que debido a que estos collares plantean riesgos, solo deben usarse como último recurso y únicamente por medio de profesionales capacitados/certificados.
En 2005 me devolvieron a mi perro Esaú, con una gran herida abierta en la laringe después de que lo dejé durante un fin de semana con una conocida entrenadora profesional en Chicago. Cuando le pregunté acerca de cómo se había lesionado, la entrenadora me informó que había realizado un entrenamiento no solicitado con mi perro y que había sufrido una necrosis tisular (no una quemadura tal como asemejaba, sino una llaga de 3x3 pulgadas de carne viva, inflamada y adolorida con dos heridas simétricas punzantes) provocada por un collar eléctrico (que ella no había dado su consentimiento para usar).
Después de hacer esta declaración en redes sociales, recibí más de una docena de amenazas personales de entrenadores profesionales que decían que estaba poniendo en peligro su sustento. Parte del debate cargado de emociones, acerca de los collares electrónicos se deriva de métodos de capacitación muy diferentes que se han estudiado e implementado a lo largo de los años.
La mayoría de los propietarios reconocen que el miedo y el castigo son herramientas de entrenamiento muy efectivas (para niños y mascotas). La pregunta es: ¿Podemos lograr los mismos resultados de conducta deseada por medio de métodos más amables que podrían ser más efectivos y sin consecuencias negativas duraderas? La investigación es abrumadoramente clara en personas y animales: En la gran mayoría de los casos, sí es posible.
El uso de collares que provocan dolor es una forma negativa de entrenamiento, que se relaciona con una serie de problemas tanto para los entrenadores como para los perros. Como explica ESVCE:
“Los métodos de entrenamiento de castigo inducen mayores riesgos de agresividad, miedo, ansiedad y comportamientos indeseables, mientras que disminuyen la calidad de la relación entre el perro y su dueño, el bienestar del perro y su rendimiento en equipo, en comparación con las técnicas no aversivas.
Esto es particularmente cierto en el castigo positivo, donde un evento aversivo (una descarga eléctrica, patada, etc.) le sigue a un comportamiento indeseable del perro y, en el caso de refuerzo negativo, un evento aversivo (descarga eléctrica, jaloneo brusco o collar de púas o estrangulamiento) viene después de un comportamiento deseado del perro".
Entrenar a un perro debería ser una buena experiencia para todos los involucrados
Aprender a comunicarse con el perro debe ser una experiencia positiva para todos los implicados, incluido tu perro. Un entrenador de refuerzo positivo en realidad puede ayudarte en tu camino para crear una relación de confianza entre tú y tu cachorro para toda la vida.
Si adoptaste un perro con problemas de conducta o el comportamiento de tu perro se ha agravado tanto que te preocupa, la mejor alternativa es ponerte en contacto con un veterinario conductista.
Estos veterinarios especialmente capacitados pueden crear protocolos completos de modificación del comportamiento por medio del entrenamiento de comportamiento de refuerzo positivo. Como señaló ESVCE, “No hay pruebas sólidas para justificar el uso de collares electrónicos en perros. Por el contrario, hay muchas razones para no usarlos y existen mejores alternativas de entrenamiento".
La psicología de los animales de compañía señala: "Una revisión de la investigación científica encuentra que existen riesgos en el uso de collares electrónicos para el entrenamiento canino y dice que es hora de establecer su prohibición", pero Whole Dog Journal lo dice mejor:
“La brecha entre los que rechazan los collares electrónicos/de descarga como una herramienta de adiestramiento canino abusivo y los que lo apoyan y promueven como una herramienta de adiestramiento bastante eficaz y humana es tan grande que probablemente nunca converjan.
En posturas más moderadas en medio de esa distancia se encuentran los que creen que el collar puede ser una herramienta de entrenamiento eficaz para circunstancias muy limitadas en manos de profesionales expertos, y aquellos que prefieren no usarlos, pero se sienten obligados a informar a sus clientes que insisten en usarlos para que aprendan a emplearlos de forma adecuada".