El megaesófago, que significa "esófago grande", es una afección en la que el tubo muscular que va desde la boca hasta el estómago se agranda y funciona mal. Tanto los perros como los gatos pueden desarrollar el trastorno, pero es una afección mucho más común en los perros.
Cuando tu perro traga comida o líquido, viaja a través del esófago, que está diseñado para expandirse y contraerse de forma rítmica para mover su contenido al estómago. Cuando el esófago funciona como debería, la comida debería avanzar de la boca al estómago en segundos.
Sin embargo, en el megaesófago, existen problemas con el funcionamiento de los nervios y los músculos que provocan un problema de motilidad. El esófago se extiende (se "agranda") y las contracciones musculares no son efectivas. Como resultado, la comida no siempre llega al estómago. De hecho, puede retroceder en el esófago y hacer que el perro vomite.
La regurgitación puede ocurrir a los pocos minutos de tragar la comida, y cuando es así la comida tiene la misma apariencia que cuando entró. Si ocurre horas después de haber comido, la comida reaparece con forma tubular o de salchicha. El trastorno varía en términos de gravedad. Por ejemplo, puede haber un problema de motilidad leve en solo una parte del esófago, o todo el tubo puede dilatarse y funcionar mal.
La regurgitación constante puede provocar neumonía por aspiración, que es cuando un perro inhala durante el episodio y transporta la comida a los pulmones. Esto puede causar una infección mortal.
Causas del megaesófago
El megaesófago puede ser congénito o adquirido. La forma congénita es más común que la forma adquirida, y ciertas razas están más predispuestas, incluyendo el fox terrier, pastor alemán, gran danés, setter irlandés, labrador retriever, schnauzer miniatura, terranova y el shar pei. El megaesófago en gatos es poco común, pero cuando ocurre, los siameses y las razas afines parecen estar más predispuestas.
La forma adquirida de la afección por lo general ocurre en mascotas mayores y casi siempre viene acompañada de otras afecciones, como la enfermedad neuromuscular autoinmune, la enfermedad de Addison y el hipotiroidismo. También puede ser causado por un problema en el esófago como un cuerpo extraño, una inflamación o un tumor, así como por la exposición a toxinas que incluyen organofosforados.
En el megaesófago adquirido, es muy importante identificar y tratar la causa, si es posible, para curar o controlar la afección. En algunos casos, cuando no se puede encontrar la causa del trastorno, se determina que es idiopático (lo que significa que desconocemos la causa).
Hace algunos años en Australia, más de 100 perros que consumieron alimento de la marca Advance Dermocare de Mars desarrollaron megaesófago. Hasta donde yo sé, no se estableció ningún vínculo causal entre el alimento y la enfermedad, pero ocurrió un problema similar antes en Letonia con un alimento para perros diferente, y se descubrió que muchos perros de todo el mundo se habían visto afectados por esta extraña afección ligada a las croquetas ultraprocesadas.
De acuerdo con lo que sé sobre cómo se fabrican los alimentos secos para mascotas, es posible que el culpable sea un subproducto tóxico desconocido del proceso de extrusión.
Por ejemplo, sabemos que los productos finales de glicación avanzada (AGE, por sus siglas en inglés) son un subproducto de los alimentos procesados para mascotas. Los AGE son compuestos que se forman como resultado de lo que se conoce como reacción de Maillard. Cuando las proteínas procesadas por calor se unen a los carbohidratos, el resultado bioquímico es un compuesto que puede causar inflamación y daños en todo el cuerpo.
Los productos finales de glicación avanzada se han estudiado en humanos y se ha demostrado que empeoran la diabetes e interfieren con la función renal. Los AGE también se han relacionado con el envejecimiento, la enfermedad de Alzheimer, el cáncer y, hace poco, con enfermedades neurológicas como la enfermedad del disco intervertebral y las enfermedades autoinmunológicas.
Dado que el megaesófago adquirido a menudo está mediado por el sistema inmunológico, una segunda posibilidad que he considerado es que existe algo en los alimentos sospechosos que provoca una respuesta inmunológica abrumadora que se dirige al esófago. Creo que, si no existe un componente inmunológico, entonces la culpable podría ser una posible toxina neuromuscular sin identificar.
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Síntomas y diagnóstico
Los síntomas del megaesófago incluyen regurgitación de alimentos y agua. La regurgitación es diferente de los vómitos. El vómito es un proceso activo en el que los costados de tu perro comienzan a inflamarse para expulsar la mayor parte o todo el contenido de su estómago. A menudo, cuando existen vómitos, existe un breve período de tiempo durante el cual puedes sacar a tu perro antes de que vomite.
La regurgitación, por otro lado, es un acto pasivo e inesperado. Tu perro se comporta con total normalidad y, en una fracción de segundo, hay un desastre en el suelo.
Otros síntomas del megaesófago que se relacionan con la pérdida de calorías por regurgitación o neumonía secundaria incluyen dificultad para tragar, salivación excesiva, tos, cambio en el tono vocal, secreción nasal, mal aliento, fiebre, pérdida de peso, hambre, mala condición corporal y dificultad respiratoria.
Los cachorros con megaesófago congénito por lo general comienzan a regurgitar tan pronto como comienzan a consumir alimentos sólidos.
Si tienes un perro con sospecha de megaesófago debes llevarlo de inmediato a un veterinario para que le realicen un examen completo. El megaesófago puede ser fatal, en especial si la neumonía por aspiración se desarrolla de manera secundaria a la afección.
Tu veterinario tomará un historial completo y prestará especial atención a los síntomas. Se realizarán análisis de sangre y también se necesitarán radiografías del tórax y el abdomen para verificar si el esófago dilatado podría contener aire, líquido o comida.
Por lo general, se hace un diagnóstico definitivo con un estudio con bario del esófago o una fluoroscopia. Sin embargo, también se puede utilizar una técnica más avanzada llamada esofagoscopia. Este es un procedimiento que permite ver el interior del esófago y también se puede utilizar para extraer un cuerpo extraño o para evaluar cualquier obstrucción o tumor que se descubra.
De acuerdo con la edad y los síntomas de tu mascota, otros análisis de sangre pueden incluir una prueba de anticuerpos del receptor de acetilcolina, una prueba de anticuerpos antinucleares, que se denomina título de ANA para enfermedades inmunomediadas, y pruebas hormonales, como una prueba de estimulación suprarrenal y una prueba de función tiroidea.
Tratamiento y cuidado complementarios
Si el megaesófago es adquirido y secundario a una enfermedad subyacente, ese problema se debe identificar y resolver lo más pronto posible.
En los casos de megaesófago idiopático congénito o adquirido, el tratamiento se centra en el control de los síntomas y la atención de apoyo. Existen algunos medicamentos que a veces se utilizan en mascotas con megaesófago, pero no son tan efectivos y tienen efectos secundarios, como muchos medicamentos.
Es obvio que comer y beber representan la mayor amenaza para las mascotas con megaesófago, porque estas son las actividades que provocan los episodios de regurgitación, que es lo que provoca una falta de nutrientes y neumonía por aspiración.
A las mascotas con megaesófago les suele ayudar consumir comidas pequeñas y frecuentes en tazones de comida elevados o con la mano, con la cabeza en una posición elevada. Lo importante es mantener el cuerpo elevado y en posición vertical, ya que la gravedad puede hacer algo de lo que el esófago no hace.
Muchos dueños de perros con megaesófago alientan a sus perros a permanecer sentados durante 10 minutos después de comer o beber cualquier cosa, para permitir que la comida y el agua lleguen al estómago por la gravedad.
Otros usan una Silla Bailey, una especie de comedor para perros que los mantiene en posición erguida durante las comidas. Puedes mantener a un perro en la silla Bailey durante 10 a 30 minutos después de una comida, ya que eso permite que la gravedad mueva la comida por el esófago y hacia el estómago.
Muchos veterinarios también recomiendan que se agreguen agentes espesantes al agua para reducir la probabilidad de episodios recurrentes de aspiración. Encontrar la mejor forma de alimento y el método para alimentarlo por lo general requiere de prueba y error.
"Estamos aprendiendo a controlar la enfermedad y, en muchos casos, estamos agregando años al tiempo que estos animales comparten con sus dueños", dice la veterinaria Dra. Jillian Haines del Hospital Veterinario Docente de la Universidad Estatal de Washington.
La Dra. Haines es reconocida en todo el mundo como especialista en megaesófago y utiliza estudios de imágenes especiales para ayudar a los dueños de mascotas a descubrir la mejor manera de manejar a los perros con esta afección. Ella utiliza una radiografía de video y una variedad de consistencias de alimentos para determinar las necesidades de cada perro.
La radiografía de video (videofluoroscopia) le permite a la Dra. Haines observar cómo los alimentos descienden por el esófago. Algunas medidas que la Dra. Haines puede proporcionar a los dueños de mascotas para ayudar a prolongar la vida de su perro es el tipo de comida, la consistencia y el tiempo que tarda antes de llegar al estómago.
A veces se puede utilizar la acupuntura para estimular la motilidad esofágica, y la atención quiropráctica podría ayudar a eliminar las interrupciones y mejorar la comunicación con los nervios del esófago.
Para afecciones inmunomediadas, las hierbas inmunosupresoras, como Tripterygium wilfordii (raíz de vid del dios del trueno) y Salvia miltiolrriza (Danshen), podrían ser beneficiosas, así como los hongos medicinales y los nutracéuticos inmunomoduladores.
Es obvio que cuidar a un perro con megaesófago toma mucho tiempo. Pero, con el cuidado adecuado, muchas mascotas viven vidas normales con un trastorno que solía ser fatal en la mayoría de los casos.