Dependiendo de cuántos años tengas, quizás hayas escuchado el curioso dicho: "Hay un hongo entre nosotros". La frase no significa nada – solo rima y hace reír a las personas. Por supuesto, todo el mundo sabe que una infección por hongos no es nada divertida, sobre todo cuando ataca al miembro peludo de la familia.
Las infecciones fúngicas suelen desarrollarse en la piel de una mascota, sin embargo, también pueden presentarse internamente, al propagarse a través del torrente sanguíneo y posiblemente ingresar a los pulmones, lo cual, como te puedes imaginar, puede tener consecuencias sumamente graves.
Muchas infecciones en perros y gatos son causadas por hongos en el medio ambiente. Algunas de las más comunes son blastomicosis, coccidioidomicosis y criptococosis.
Blastomicosis
La blastomicosis es una infección fúngica y sistémica causada por el organismo Blastomyces dermatitis que crece en la madera podrida y suelo húmedo. El hongo Blastomyces prospera en ambientes húmedos como pantanos, lagos y riberas donde la humedad del suelo y la falta de luz solar directa favorecen su crecimiento.
El hongo también se encuentra en lugares que albergan materia orgánica en descomposición como áreas boscosas, bosques y granjas. Las infecciones por blastomicosis son frecuentes en lugares cercanos al agua, como las cuencas del río Mississippi, Ohio, Missouri y Tennessee.
La infección se ve con mayor frecuencia en perros machos de raza grande, y especialmente en perros de caza, razas deportivas y perros que pasan mucho tiempo en ambientes donde se encuentra el organismo Blastomyces. Indiscutiblemente, las hembras también son susceptibles. Y ocasionalmente, los gatos también contraen la infección.
Los estudios indican que la mayoría de los perros que contraen una infección por blastomicosis viven a menos de 400 metros de una masa acuífera.
Algunos de los síntomas de esta infección son pérdida del apetito, fiebre, pérdida de peso, depresión, inflamación del iris, secreción ocular, tos, sibilancias y lesiones cutáneas con pus. Los síntomas más graves pueden ser ceguera repentina, cojera, inflamación de los testículos, ganglios linfáticos agrandados y convulsiones.
La blastomicosis es una grave infección fúngica, y cuanto antes busques el tratamiento, mejor. Cabe señalar que la blastomicosis suele ser mal diagnosticada, por lo tanto, si tu perro ha mostrado alguno de los síntomas anteriores durante 6 semanas o más, no parece mejorar, y quizás estuvo en un ambiente que albergaba el hongo Blastomyces, tu veterinario debe examinar a tu mascota con el fin de detectar la micosis.
El tratamiento tradicional para una infección por blastomicosis es la administración oral de un medicamento antimicótico. Todos estos medicamentos requieren un tratamiento a largo plazo, en ocasiones durante muchos meses. Son muy caros. Y sin lugar a dudas, todos tienen graves efectos secundarios.
En lo particular, también recomiendo un nutracéutico llamado nucleótido cuántico, que ayuda a estimular una reacción inmediata del sistema inmunológico, así como un aceite de orégano en forma de cápsula, que es un excelente apoyo para un cuerpo que combate la micosis.
Para muchos perros, las primeras 24 a 72 horas son el período crítico durante el tratamiento, pues es cuando el medicamento antifúngico comienza a actuar y mata los hongos. En vista de que generalmente existe una gran cantidad de organismos en los pulmones, puede haber una abrumadora respuesta inflamatoria que puede producirse conforme los hongos van muriendo. La dificultad respiratoria puede ser un gran problema durante los primeros días del tratamiento.
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Coccidioidomicosis
La coccidioidomicosis es una infección causada por el hongo Coccidioides immitis. Es una enfermedad mortal que se presenta principalmente en climas secos y cálidos como los que se encuentran en partes del oeste y sudoeste de los Estados Unidos, sobre todo al sur de California, Arizona, suroeste de Texas, Nuevo México, Nevada y Utah, así como Centroamérica y Sudamérica.
Asimismo, la coccidioidomicosis se denomina fiebre de California, fiebre del desierto y, más comúnmente, fiebre del valle.
La coccidioidomicosis puede afectar a diversos tipos de mamíferos, como los humanos. Se presenta con más frecuencia en perros que en gatos. Dicha afección no es zoonótica, lo que significa que no se puede transmitir de animal a humano o de humano a animal.
El hongo Coccidioides immitis se encuentra en las capas superiores del suelo y se abre paso hacia la superficie después de un período lluvioso o algún tipo de perturbación del suelo. Cuando llega a la superficie, el hongo forma esporas que se propagan por el viento y las tormentas de polvo.
Las mascotas pueden adquirir coccidioidomicosis por inhalar el hongo del suelo. Los perros susceptibles a la infección pueden enfermarse con tan solo 10 esporas de hongos.La infección comienza en el tracto respiratorio y con frecuencia se propaga a otros sistemas del cuerpo.
En los pulmones, las esporas son glóbulos redondos que habitan como parásitos hasta que crecen lo suficiente como para abrirse, liberando así cientos de endosporas que viajan a otros tejidos y continúan el proceso de crecimiento, ruptura y diseminación por todo el cuerpo. Si las endosporas entran en el sistema linfático y circulatorio, crean una infección sistémica.
Los perros que están al aire libre constantemente tienen un mayor riesgo de contraer fiebre del valle, sobre todo perros con mucho espacio para recorrer. Los perros grandes parecen ser más propensos, sin embargo, esto podría deberse a que suelen pasar más tiempo al aire libre en comparación con los perros más pequeños.
Algunos perros pueden desarrollar inmunidad y nunca mostrar ningún síntoma. Cuando estos se presentan, pueden incluir fiebre, tos, dificultad para respirar, letargo, cojera, hinchazón articular u ósea, pérdida significativa de peso y masa muscular, ganglios linfáticos agrandados, llagas y úlceras cutáneas, inflamación de la córnea o iris, convulsiones e insuficiencia cardíaca.
Pocas veces la fiebre del valle se propaga por todo el cuerpo y afecta los huesos, articulaciones, ojos, piel, hígado, riñones, sistema nervioso central, sistema cardiovascular y órganos reproductivos (sobre todo los testículos).
Por lo general, los gatos no muestran los mismos síntomas que los perros, y con frecuencia no presentan ninguno hasta que la infección se ha propagado significativamente. En el caso de los gatos, las capas más profundas del tejido cutáneo se ven afectadas con mayor frecuencia, por lo que los síntomas como masas, abscesos y lesiones con llagas son más comunes en los mininos.
El tratamiento de la fiebre del valle depende de la extensión de la infección y los síntomas clínicos. Si la afección es generalizada, el tratamiento tradicional implica una agresiva terapia antifúngica cuya duración es de hasta un año. De igual forma se pueden recetar otros medicamentos para tratar los síntomas individuales, como supresores de la tos y esteroides.
En el caso de los perros que no responden bien a la terapia con medicamentos, se puede realizar una prueba de medición farmacológica con el fin de determinar qué tan bien se está absorbiendo el mismo.
Los veterinarios integradores suelen combinar la terapia antifúngica tradicional con modalidades más naturales como la terapia con citocinas, hongos medicinales, terapia con vitamina C intravenosa y terapia con ozono.
Los perros afectados deben llevar una alimentación de alta calidad, nutricionalmente balanceada, apropiada para su especie y preferiblemente fresca con el fin de ayudar a mantener su peso corporal. La actividad física debe restringirse hasta que los síntomas comiencen a disminuir. Los anticuerpos se deben controlar de cada 3 a 4 meses hasta que su nivel vuelva a la normalidad.
Desafortunadamente, la fiebre del valle es una de las enfermedades fúngicas más peligrosas, y el pronóstico para la mayoría de los perros es incierto o grave. Por desgracia, aunque muchos perros mejoran después de un tratamiento con medicamentos antifúngicos, la recaída es común.
Criptococosis
La criptococosis es una infección relativamente común causada por un hongo similar a la levadura llamado Cryptococcus neoformans. El hongo se encuentra ampliamente propagado en el medio ambiente. Gatos, perros, humanos y otros animales pueden contraer esta infección. La afección es mucho más común en los gatos que en los perros, y sobre todo, es un problema en los animales que tienen sistemas inmunológicos debilitados o comprometidos.
Una infección criptocócica se adquiere con más frecuencia cuando una mascota inhala las esporas infecciosas en el excremento de las aves, sobre todo, el de las palomas. De igual forma, el hongo se ha encontrado en el suelo, fruta e incluso en la piel de personas sanas. Sin embargo, la principal fuente de exposición y contaminación es el excremento de las palomas.
Si el hongo se deposita en un sitio resguardado de la luz solar y se seca, puede sobrevivir en el medio ambiente hasta por 2 años. Una vez que tu gato inhala las esporas, el hongo invade el tracto respiratorio superior, generalmente, los conductos nasales o pulmones. En el caso de los animales con un sistema inmunológico sano, el hongo permanece aislado y no desencadena problema alguno.
Sin embargo, en gatos con sistemas inmunológicos reprimidos (por ejemplo, mininos con leucemia felina o el virus de la inmunodeficiencia felina), la enfermedad puede afianzarse y propagarse a otros órganos, como el cerebro, ojos, pulmones y el sistema nervioso central. Este tipo de progresión puede causar granulomas, neumonía o enfermedad sistémica.
Los síntomas de criptococosis varían según los sistemas de órganos afectados por el hongo. A menudo, los síntomas son sistémicos y poco específicos, como disminución del apetito, pérdida de peso o letargo. Otros signos que debes vigilar en tu mascota son congestionamiento, estornudos, respiración áspera, o goteo nasal.
En ocasiones, los animales infectados pueden presentar hinchazón abultada en el puente de la nariz, lesiones cutáneas en la parte superior de la cabeza o inflamación de los nódulos linfáticos.
Si el hongo ha invadido el sistema nervioso central, puede haber inclinación de la cabeza, nistagmo (un extraño y anormal movimiento del ojo hacia adelante y hacia atrás), incapacidad para parpadear debido a la parálisis de los nervios faciales o pérdida de la coordinación, lo que incluye andar en círculos y convulsionarse.
Asimismo, los problemas oculares son muy comunes y pueden incluir hemorragia en la retina, así como afecciones inflamatorias del ojo como coriorretinitis y uveítis anterior.
El diagnóstico de una infección criptocócica se puede realizar de manera rápida y fácil mediante un examen de la secreción nasal del minino o sus lesiones cutáneas. Una vez que se realiza un diagnóstico definitivo, el gato también debe someterse a un estudio completo con el fin de determinar si existe una enfermedad subyacente que haya comprometido el sistema inmunológico.
Cualquier enfermedad subyacente debe abordarse con el fin de tratar con éxito la infección criptocócica. En mi experiencia solo he visto la infección en animales inmunocomprometidos, por lo que te recomiendo buscar una razón subyacente de por qué tu mascota adquirió la infección.
Las terapias no tóxicas que pueden beneficiar a todas las infecciones fúngicas
Además de la terapia convencional para las infecciones fúngicas, la vitamina C intravenosa, el oxígeno hiperbárico y la terapia con ozono se han empleado con el fin de acortar el tiempo de infección y mejorar los protocolos del tratamiento estándar.
Si tu mascota ha sido diagnosticada con alguna de estas infecciones fúngicas y no está respondiendo adecuadamente a los protocolos de tratamiento actuales, busca estos tratamientos sistémicos que mejoran su inmunidad y no son tóxicos.
La prevención es el mejor tratamiento para las infecciones fúngicas
Dado que las infecciones fúngicas en perros y gatos pueden ser potencialmente mortales y, a menudo requieren un tratamiento a largo plazo con potentes y costosos medicamentos antifúngicos, sin lugar a dudas se debe hacer todo lo posible para evitar la exposición en primer lugar.
Si vives en un sitio donde prevalecen los hongos y/o tu mascota pasa mucho tiempo deambulando al aire libre, te recomiendo que busques más información sobre los tipos de organismos que tu perro o gato puede encontrar en medio del bosque, así como los síntomas de la infección.
Si ves signos de que tu compañero animal pudo haber estado expuesto a estos hongos, llévalo con tu veterinario de inmediato. Mientras más pronto se identifique y trate una micosis, es más probable que tu mascota se recupere por completo.