La peritonitis infecciosa felina (PIF) es una enfermedad viral compleja y frecuente en felinos domésticos y salvajes de todo el mundo. La PIF es causada por ciertas cepas del coronavirus felino (no se debe confundir con el coronavirus actual conocido como SARS-CoV-2). La mayoría de las cepas, llamadas coronavirus entéricos felinos, no causan enfermedades.
La PIF se reconoció por primera vez en gatos en la década de 1950. La enfermedad es difícil de prevenir, diagnosticar y tratar. Es de 5 a 10 veces más frecuente en gatos de refugio, y se estima que del 1 % al 5 % de esa población muere a consecuencia de la PIF.
Cualquier felino expuesto al coronavirus felino puede desarrollar PIF; sin embargo, los que están inmunocomprometidos, los que ya están infectados con el virus de la leucemia felina, gatos geriátricos y los cachorros tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad. Si un gatito tiene PIF, los otros gatitos de la camada tienen un riesgo 5 veces mayor de desarrollar la enfermedad dentro de los primeros 9 meses de vida. Los machos se infectan más fácil que las hembras.
La PIF se presenta con mayor frecuencia en ambientes interiores con muchos gatos, como refugios, santuarios de gatos y criaderos. Ciertas razas, incluyendo los abisinios, bengalíes, birmanos, himalayas y los ragdolls, están predispuestos, lo que sugiere que la genética podría desempeñar un papel muy importante.
La PIF se comporta diferente a las enfermedades virales que conocemos
Debido a que existen pequeños brotes documentados de PIF en entornos donde hay varios gatos, la enfermedad podría tener un componente contagioso, sin embargo, el consenso general señala que la enfermedad rara vez se transmite de un gato a otro.
La mayoría de los gatitos con coronavirus felino son asintomáticos durante las etapas iniciales. Sus sistemas inmunológicos producen anticuerpos para matar la infección. Pero alrededor del 5 % al 10 % de los gatos afectados con un coronavirus gastrointestinal (GI) benigno (frecuente en felinos de todo el mundo), parece que se produce una mutación espontánea o una anormalidad en la respuesta del sistema inmunológico que permite que la infección progrese a PIF.
Todavía existe mucho por descubrir para saber por qué alguno de estos procesos internos cambia un virus benigno a mortal. Los anticuerpos que deberían proporcionar protección, ayudan a infectar los glóbulos blancos con el virus. Estas células, a su vez, propagan la infección por todo el cuerpo del gato. Esto da como resultado una respuesta inflamatoria muy poderosa en los tejidos donde se ubican las células infectadas, con frecuencia en el abdomen, los riñones o el cerebro.
Lo que produce la enfermedad es la interacción del sistema inmunológico con el virus. La PIF se comporta diferente si se compara con cualquier otra enfermedad viral en animales o personas. Por desgracia, una vez que el virus ha afectado a uno o más órganos, o sistemas corporales, la infección progresa y casi siempre es mortal.
Aunque la PIF es rara, el coronavirus felino no lo es
Por suerte, la PIF es rara en los gatos. Sin embargo, el coronavirus felino se encuentra en las heces y en la saliva de los gatos durante la etapa aguda de la infección, que es cuando no existen síntomas. También se encuentra en los gatos que se han recuperado, así como en los gatos portadores.
El coronavirus felino se puede transmitir de un gato a otro a través del contacto físico y de la exposición a las heces. Por lo general, la transmisión ocurre antes de que se observen los signos clínicos. El virus también puede vivir en el medio ambiente durante varias semanas.
Sin embargo, la forma más común de infección es cuando una madre infectada contagia a sus gatitos. Esto ocurre cuando la camada tiene entre 5 y 8 semanas de edad.
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Existen dos formas de peritonitis infecciosa felina
Como expliqué antes, solo un pequeño porcentaje de los gatos expuestos al coronavirus felino desarrolla PIF, y pueden pasar semanas, meses o años para que se presenten los síntomas.
En realidad, existen dos formas de PIF, la forma efusiva o húmeda, y la forma no efusiva o seca. Los gatos con la forma seca muestran signos de la enfermedad de manera más lenta y que también se presentan en otras enfermedades felinas, como pérdida de peso, depresión, anemia, inflamación de los ojos y fiebre persistente que no responde con antibióticos.
La forma húmeda de la enfermedad suele ser más fácil de diagnosticar debido a la acumulación de líquido en el abdomen y, a veces, en el pecho. Al principio, los síntomas pueden ser parecidos a los de la forma seca de PIF. Pero la forma efusiva de PIF progresa muy rápido. El gato podría desarrollar el crecimiento de la barriga como resultado de la retención de líquido abdominal. Además, puede presentar dificultad para respirar debido a una acumulación de líquido en el pecho.
Los gatos con la forma seca también tienen crecimientos en varios órganos. Ambas formas pueden conducir a una enfermedad neurológica severa.
Los dueños de gatitos con coronavirus felino que después progresa a PIF, notan que los síntomas se desarrollan muy rápido. Es probable que eso se deba a la capacidad de los gatos para enmascarar enfermedades hasta que estén muy enfermos, junto con la naturaleza no específica de los síntomas iniciales.
El diagnóstico de PIF es muy complicado
El diagnóstico de peritonitis infecciosa felina puede ser difícil porque muchos de los síntomas son comunes en otras enfermedades. Además, no existe una prueba de diagnóstico simple para la afección.
La Morris Animal Foundation describe el problema:
“Las pruebas disponibles son complicadas e invasivas; los resultados a veces no distinguen entre el virus PIF y el coronavirus relacionado y menos agresivo. Tampoco existe una prueba para predecir de forma anticipada que gatos tendrán más probabilidades de desarrollar la enfermedad".
Existen varias pruebas que pueden detectar la presencia de anticuerpos del coronavirus felino, pero no pueden determinar cuáles son las cepas involucradas. Un resultado positivo en una prueba ELISA, IFA o de neutralización del virus significa que el gato ha estado expuesto al coronavirus, pero no necesariamente una cepa del virus que causa la PIF.
Existe una prueba de inmunoperoxidasa que puede encontrar la presencia de células infectadas con virus en los tejidos; sin embargo, después se debe realizar una biopsia para evaluar el tejido afectado.
Los análisis de sangre de rutina, que incluyen un conteo sanguíneo completo y un perfil bioquímico en suero, pueden mostrar enzimas hepáticas altas, anemia y niveles anormales de proteínas en la sangre, que son típicos en los gatos con FIP. Las radiografías de tórax y abdomen podrían mostrar una acumulación anormal de líquido.
Las muestras de sangre de gatos con niveles muy altos de proteína en la sangre se pueden enviar para la detección de electroforesis de proteínas séricas. Las muestras de líquido cefalorraquídeo también se pueden analizar para determinar el contenido de proteínas, que en general es alto en los gatos con PIF. Pero la única forma de diagnosticar la PIF es con una biopsia quirúrgica del órgano afectado (a menudo los intestinos) o un examen de los tejidos durante la autopsia.
Los veterinarios a menudo confían en un diagnóstico presuntivo, que se puede hacer con mucha confianza según el historial del gato, síntomas, examen de fluidos y un alto título de anticuerpos contra el coronavirus.
Tratamiento contra el PIF
Por desgracia, actualmente no existe cura para la PIF. Una vez que un gatito presenta signos clínicos de la enfermedad, ya sea en forma seca o húmeda, el pronóstico es muy malo.
He podido ayudar a algunos gatos a superar la PIF con cuidados de apoyo y nosodes homeopáticos, terapia con citoquinas y terapia con vitamina C por vía intravenosa (IV), además de nutracéuticos inmunomoduladores y oxígeno hiperbárico. También traté de ayudar a muchos gatitos que, por desgracia no se salvaron. Es una situación muy dolorosa, tanto para el padre como para el veterinario.
Muchos gatos con la forma húmeda de PIF viven solo uno o dos meses después del diagnóstico. Es posible que los gatos diagnosticados con la forma seca puedan vivir casi otro año más con una buena calidad de vida. Por desgracia, la forma seca puede progresar a la forma húmeda si el gato vive lo suficiente.
La atención de apoyo para pacientes con PIF incluye un buen mantenimiento nutricional y ambiental, una mejoría en la respuesta inflamatoria de la enfermedad, fluidoterapia, drenaje del líquido acumulado y las transfusiones de sangre.
La Morris Animal Foundation llevó a cabo un ensayo clínico que trata a gatos afectados por PIF con un nuevo medicamento antiviral. El tamaño de la muestra era pequeño (unas pocas docenas de gatos), pero según los informes, los gatitos en las primeras etapas de la enfermedad respondieron bien al medicamento, lo que significa que la comunidad veterinaria convencional al fin logró documentar los casos de los gatos que sobreviven.
Puede parecer que un mayor desarrollo de la terapia farmacológica será un desafío, pero al menos existe la esperanza de que algún día podamos evitar que los gatos mueran de PIF.
Cómo prevenir la PIF en tu gato
La mejor manera de prevenir la PIF es garantizar la salud del sistema inmunológico de tu gatito. Esto incluye proporcionar una alimentación nutricionalmente óptima, específica para la especie, evaluar al gatito después de sus vacunas, proporcionar un ambiente enriquecido sin estrés, realizar exámenes de bienestar de forma regular y mantener al gatito en el interior al mismo tiempo que le proporcionas un recinto seguro o caminatas supervisadas con arnés y correa.
En los hogares donde viven varios gatos, es importante mantener las cajas de arena limpias y separadas de los tazones de comida y agua. Los desechos se deben recoger al menos una vez al día, eliminar todas las heces, y cambiar la arena una vez a la semana o cada dos semanas y también desinfectarla con jabón neutro (sin químicos) y agua.
Los gatos nuevos en el hogar y cualquier gato que pueda estar infectado, debe estar separado de otros gatos durante un período.
Existe una vacuna disponible para la PIF, pero, no la recomiendo. Tiene poca o ninguna efectividad en la prevención de la enfermedad y no es recomendada por el Grupo Asesor de Vacunas Felinas de la Asociación Americana de Profesionales Felinos. Esta vacuna puede causar daños sustanciales al sistema inmunológico y, en mi opinión, no se debería aplicar.