La meningoencefalitis granulomatosa (GME) es una enfermedad autoinmunológica e inflamatoria en la que el cuerpo combate los tejidos del sistema nervioso central (SNC). La inflamación crea granulomas, que son grupos de células que se forman cuando el sistema inmunológico intenta construir una barrera contra lo que percibe como sustancias extrañas.
Los granulomas se pueden desarrollar en uno, varios lugares o en todo el SNC. Los grupos de células rodean los vasos sanguíneos en la materia blanca del cerebro y en la médula espinal, y causan síntomas neurológicos y oftálmicos. La MEG ocurre en perros de razas pequeñas entre las edades de 6 meses y 10 años, y es más frecuente en las hembras. Es una enfermedad mortal que progresa muy rápido.
Existen tres tipos de MEG :
- Focal, que se limita a un lugar en el SNC
- Diseminada o multifocal, la cual involucra muchos lugares
- Oftálmica, que involucra el nervio óptico y el ojo
Los perros pueden desarrollar más de un tipo de MEG. Con la MEG focal, el inicio es más lento, dura de tres a seis meses en promedio, mientras que la forma diseminada ataca más rápido, y dura casi de dos a seis meses. La forma oftálmica se manifiesta como una ceguera permanente y repentina.
La forma diseminada de MEG tiene el peor pronóstico y existe un estudio que demuestra el tiempo promedio de supervivencia en solo ocho días después del diagnóstico.
Síntomas de la MEG
Los síntomas de la MEG dependen de la forma que adopte la enfermedad como se describe anteriormente, así como de la ubicación en el cuerpo de tu perro. La forma ocular afecta la región del ojo, mientras que la forma diseminada afecta el cerebro y la médula espinal. La forma focal afecta el cerebro o la médula espinal.
Los síntomas comunes incluyen los siguientes:
Ceguera |
Convulsiones |
Somnolencia |
Cambios de comportamiento |
Dar vueltas en círculos |
Debilidad en las patas traseras o en las cuatro patas |
Presionar su cabeza |
Dolores de cabeza/migrañas |
Un perro presiona la cabeza cuando empuja de manera compulsiva la parte superior contra un objeto estacionario, por ejemplo, una pared, un sofá, una esquina u otra superficie dura. Es una acción voluntaria que ocurre durante mucho tiempo o de forma repentina. A menudo, el perro empuja de manera continua su cabeza, se mueve a lo largo de la superficie con la cabeza presionada hasta que algo lo detiene.
Es muy probable que los dolores de cabeza o incluso las migrañas también sean un síntoma de esta terrible afección y, en mi experiencia, estos pacientes sufren un dolor de cabeza intenso.
Posibles causas de la MEG
La mayoría de los veterinarios consideran que la MEG es idiopática, lo que significa que no se ha identificado la causa. Sin embargo, muchos veterinarios integradores y holísticos creen que la enfermedad es causada por una respuesta inmunológica anormal a un agente infeccioso. De manera similar, aunque la comunidad veterinaria convencional no reconoce una relación entre las enfermedades autoinmunológicas y las vacunas, los veterinarios holísticos e integradores aceptan que existe una relación de causa y efecto entre ciertas vacunas y el desarrollo posterior de trastornos autoinmunológicos en las mascotas.
Una de mis pacientes fue una Boston terrier hembra, estaba feliz y sana a los dos años, hasta que recibió la vacuna contra la enfermedad de Lyme. Durante las próximas semanas, su cabeza empezó a temblar y perdió el equilibrio. Tropezaba mucho y empezó a vomitar. El problema del equilibrio y la desorientación empeoraron durante la semana siguiente hasta el punto de que se caía cuando intentaba caminar. También experimentó debilidad en las extremidades traseras, sus ganglios linfáticos crecieron y desarrolló una inclinación de cabeza y temblores.
Un neurólogo le diagnosticó MEG. En mi opinión profesional, la vacuna de Lyme es lo que provocó la enfermedad en este paciente.
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Diagnóstico de MEG
Si tu perro muestra tener síntomas de MEG, debes llevarlo a un veterinario lo antes posible. Tu veterinario le realizará un análisis básico de sangre y orina. También será necesaria una punción lumbar, lo que por desgracia significa que tu mascota requerirá anestesia general. La punción lumbar buscará células inflamatorias y cambios en el líquido cefalorraquídeo que son característicos de la MEG.
Por lo general, se realizan pruebas adicionales para descartar otras afecciones con síntomas similares, como encefalitis viral por moquillo o rabia, encefalitis parasitaria por toxoplasmosis, encefalitis fúngica, enfermedades inflamatorias específicas de la raza y cáncer.
Aunque las exploraciones de tomografía axial computarizada (CAT, por sus siglas en inglés) no son acertadas para el diagnóstico de MEG, una exploración de imágenes por resonancia magnética (MRI) puede visualizar el cerebro con tanta claridad que se considera casi una prueba confirmada de MEG. Si el diagnóstico es dudoso después de una punción lumbar, a menudo se recomienda una resonancia magnética.
La única forma de diagnosticar la MEG es a través de una biopsia del cerebro, la cual nunca se realiza en pacientes vivos. Es por eso que la mayoría de los diagnósticos confirmatorios no ocurren hasta que un animal ha cedido a la enfermedad.
Opciones de tratamiento
Dado que se cree que la MEG es causada por una reacción del sistema inmunológico, el tratamiento convencional de la MEG diseminada implica suprimir el sistema inmunológico con corticosteroides (ej. Prednisona). A veces, se combina un agente de quimioterapia como la azatioprina con la prednisona para prolongar el tiempo de remisión. No hace falta decir que estos medicamentos tienen efectos secundarios que son devastadores a largo plazo.
Si se identifica MEG, a veces se intenta tratar con radioterapia. Sin embargo, la radiación de la cabeza o de la cara puede provocar una coagulación sanguínea anormal y convulsiones. Si los ojos están incluidos en el campo de radiación, las cataratas y el ojo seco son efectos secundarios comunes. Sin embargo, se ha resuelto por completo un porcentaje de casos de MEG focal después de la radioterapia.
Si se desarrollan convulsiones como síntomas de MEG, también se administrarán medicamentos para controlarlas.
Para los perros con una forma grave de MEG, a menudo se requieren cuidados intensivos, inmediatos y hospitalización.
Los perros con la forma oftálmica de MEG también se tratan de forma convencional con prednisona por vía oral y, en algunos casos, con corticosteroides por vía tópica. También se debe tratar cualquier trastorno ocular, como el glaucoma, que dé como resultado la forma oftálmica de MEG.
Mi protocolo para tratar la MEG es muy diferente a los métodos convencionales que acabo de comentar. A menudo, se deben administrar medicamentos desde un principio para controlar la inflamación aguda que ocurre en el sistema nervioso central. Pero tan pronto como tu perro esté estable, te recomiendo buscar un médico integrador que se enfoque en reducir la cantidad de medicamentos necesarios para mantener una buena calidad de vida en tu mascota.
Al mismo tiempo, recomiendo investigar que provocó el colapso del sistema inmunológico. Con la paciente que mencioné antes, sospeché que la causa era su reciente vacuna contra la enfermedad de Lyme. Primero la traté con un agente de desintoxicación de vacuna homeopática y un suplemento natural que le ayudó a su cuerpo a deshacerse de los metales pesados, como el mercurio y el aluminio, que a menudo se incluyen en las vacunas.
Después, reemplacé muy lento la prednisona que tomaba con un esterol vegetal compuesto. También agregué varios suplementos, incluyendo las vitaminas del complejo B. Agregué ácido alfa-lipoico, N-acetilcisteína (NAC), inositol y glutatión, lo que ayudó a mantener su sistema nervioso central y periférico. Durante un período de ocho semanas, reduje de forma gradual todos los medicamentos y monitoreé su progreso para volver a verificar sus reflejos biológicos y análisis de sangre en pocas semanas. Ese es un paso muy importante, porque la recurrencia de la respuesta inmunomediada podría haber ocurrido en cualquier momento y puede requerir un tratamiento adicional muy fuerte.
Por suerte para mi pequeña paciente, en cuestión de meses (de hecho, antes de su tercer cumpleaños) se recuperó por completo de su MEG diseminada. Y a diferencia de la mayoría de los perros tratados de forma convencional, ella nunca tuvo que tomar dosis diarias de medicamentos, incluyendo la prednisona ni otros medicamentos tóxicos.
Una terapia no tóxica muy prometedora que cada vez adoptan más veterinarios para tratar rápido la MEG es la terapia de oxígeno hiperbárico (TOHB). Creo que esta terapia complementaria se debe establecer para todos los pacientes con MEG lo antes posible. El aspecto más difícil de este extraordinario tratamiento es encontrar un médico o un centro que tenga acceso a este costoso equipo médico.