Si has tenido una mascota durante un período de tiempo, es probable que hayas limpiado el vómito de los perros al menos una vez, porque cuando se trata de compañeros caninos, es muy común que presenten "nauseas". Algunos perros intentan evitar vomitar dentro de la casa y alertan a su humano antes de que ocurra. Otros lo hacen donde sea que se encuentren cuando sienten la necesidad, incluso en el sofá, tu silla favorita, las sábanas, alfombra, etc.
Cuando un perro vomita, puede ocurrir de la nada sin previo aviso, o al final de un ataque de tos o náuseas. Por suerte, los perros sanos y bien cuidados no vomitan con frecuencia, y es por eso que los humanos se sorprenden cuando sucede. De hecho, muchos dueños de mascotas no están muy seguros de lo que sucede cuando ven que algo sale de la boca de su perro y tampoco conocer la diferencia entre vomitar y regurgitar.
Tener esta información puede ser ideal a la hora de decidir si debes llamar a tu veterinario y qué decirle en la cita. Si es posible, es una buena idea tomar un video de lo que sucedió y llevarlo a su cita. Podría parecer extraño tomar tu teléfono celular o cámara para conmemorar el evento, pero esa imagen o video burdo puede ayudar a tu veterinario a evaluar la situación más rápido.
Diferencia entre vomitar y regurgitar
Tu veterinario primero debe determinar si tu perro en realidad vomita (que es como lo describen casi todos los padres de mascotas) o regurgita. Es muy importante hacer esta distinción porque los problemas tienen diferentes causas y diferentes tratamientos.
El vómito se caracteriza por la expulsión forzada del contenido del estómago y del intestino superior, por lo general contiene bilis amarilla o alimento para perros parcialmente digerida con un olor agrio.
Si tu perro está a punto de vomitar, primero siente náuseas. Sus paredes abdominales comienzan a contraerse. Puede gotear o babear saliva, o comenzar a lamerse sus labios justo antes de presentar arcadas. A menudo se observa un movimiento respiratorio en el que sus músculos abdominales se contraen varias veces antes de realmente expulsar el contenido de su estómago. Existen tres tipos de vómito que incluyen:
Granular |
Gruesa |
Líquida |
A menudo se relaciona con los alimentos |
A menudo se relaciona con los alimentos |
No se relaciona con los alimentos |
Un tanto líquida |
Se perciben trozos de comida |
Podría tener una consistencia espumosa o viscosa |
Los gránulos parecen granos de café |
El alimento no se digirió |
Puede ser amarilla o clara |
Podría presentar sangre |
Ocurre poco después de comer |
Se puede confundir con los síntomas de la tos de perrera |
Comida parcialmente digerida |
El perro comió muy rápido o corrió después de comer |
|
Si tu perro regurgita, lo más probable es que solo abra la boca y expulse al piso (o cualquier otro lugar) un poco de la comida sin digerir que acaba de tragar o el agua que acaba de beber. Esta sustancia, llamada regurgitus, se origina en el esófago o la faringe (la parte posterior de la garganta), por lo que a veces tiene forma de tubo. Por lo general, es una mezcla de alimento, saliva y, en ocasiones moco, pero no bilis.
La conclusión aquí es que, por lo general, no existe ningún indicio que advierta la presencia de regurgitación, ni para tu perro ni para ti. Es un incidente pasivo, mientras que el vómito es un proceso activo.
Lo creas o no, también existe un tercer tipo de "variedad" llamado expectoración. Si tu perro tose, una o varias veces, y luego produce una burbuja de moco, está expectorando, lo cual es muy diferente de regurgitar o vomitar. La clave con la expectoración es que siempre involucra tos.
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7 factores que causan el vómito en los perros
- Los perros que han consumido el mismo alimento durante períodos prolongados podrían vomitar si se realiza un cambio repentino en su alimentación (o si consumen un nuevo alimento) o si han desarrollado una sensibilidad a un ingrediente.
- Si tu perro consume algo que podría ser tóxico, como una planta venenosa, medicamento o chocolate, podría vomitar y en este caso, el vómito podría salvar su vida.
- Muchos perros comen pasto cuando tienen malestar estomacal y eso también puede provocar vómitos. Su instinto les indica que comer pasto les hará vomitar y que vomitar hará que se sientan mejor.
- Una de las razones más comunes por las que los perros vomitan es la indiscreción alimentaria, también conocida como hurgar en la basura o tragar artículos no alimenticios como juguetes, calcetines, palos, piedras, etc.
- Los perros que comen muy rápido tienden a vomitar con más frecuencia que el promedio, así como los perros a los que se les permite hacer mucho ejercicio justo después comer. Es importante no permitir que tu perro realice ejercicio vigoroso ni juegue durante una hora después de comer con el fin de evitar tanto los vómitos, como el problema mucho más grave de la inflamación abdominal (dilatación y vólvulo gástricos).
- Algunos perros desarrollan cinetosis, lo que podría causarles vómitos, al igual que miedo o ansiedad, que es un problema mucho más serio de lo que muchos logran percatarse.
- Otras razones (que podrían ser muy graves) del vómito canino incluyen una obstrucción en el estómago o intestinos; enfermedad inflamatoria intestinal (IBD, por sus siglas en inglés); enfermedades renales, hepáticas o pancreáticas; un problema del oído medio; meningitis; o un tumor cerebral.
Si tu perro vomita muy de vez en cuando y puedes identificar la causa, como porque comió muy rápido o ingirió algo que no debía (y que no es tóxico), siempre y cuando esté sano, no habrá necesidad de entrar en pánico. Si comienza a comerse lo que acaba de expectorar, lo más probable es que se trate de un vómito causado por comer muy rápido, y está bien (sin mencionar que es asqueroso) dejar que lo haga.
Sin embargo, cualquier cosa fuera de este escenario, como vómitos frecuentes o vómito acompañado de otros síntomas como pérdida del apetito o letargo, requiere una visita con el veterinario.
Causas de la regurgitación
Aunque la regurgitación puede parecer más benigna que el vómito, por desgracia puede ser un signo de un trastorno grave subyacente. Una enfermedad del esófago suele ser la causa más común y es el resultado de una obstrucción o un problema de motilidad. El esófago puede estar obstruido por un cuerpo extraño, una estenosis, anomalía vascular o con menos frecuencia, por un tumor.
Los trastornos de motilidad o problemas con las contracciones musculares del esófago pueden ser congénitos o adquiridos. Un trastorno de la motilidad adquirido puede ser causado por esofagitis (inflamación del esófago), hipoadrenocorticismo (enfermedad de Addison), toxicidad por plomo, toxicidad por químicos organofosforados, miastenia grave (un trastorno neuromuscular) y posiblemente hipotiroidismo.
Una condición inmunomediada llamada megaesófago también causa regurgitación, al igual que algunos casos de enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).
Aunque resulta poco frecuente, la regurgitación también puede ser causada por disfagia orofaríngea, que es un trastorno de la deglución. Los perros con esta afección pueden presentar dificultad o dolor al momento de tragar, lo que les provoca tos o arcadas cuando tratan de tragar sus alimentos. La disfagia orofaríngea puede ser resultado de un trastorno neuromuscular, un tumor en la faringe, una anomalía anatómica o traumatismo.
Diferentes problemas, diferentes soluciones
Como puedes ver, los vómitos y regurgitaciones en realidad son problemas muy distintos. Las razones por las que un perro vomita son muy variadas, pero son muy diferentes a las razones por las que regurgita, por lo que es obvio que existe una amplia gama de intervenciones y opciones de tratamiento, según la causa.
En una mascota sana, la tendencia a vomitar suele estar relacionada con los alimentos, consumir cosas a indiscreción, quizás una toxina o cuerpo extraño, o con alguna afección en proceso como la enfermedad inflamatoria intestinal. La regurgitación se produce por razones que no se relacionan con la alimentación o salud del tracto gastrointestinal (GI) inferior.
El diagnóstico y tratamiento de estos dos problemas también son bastante diferentes, por lo que es importante distinguirlos y comunicarle a tu veterinario lo que hayas observado para que pueda tomar las medidas adecuadas.